Según la quinta edición del Manual de Diagnósticos y Estadísticas de Enfermedades Mentales (DMS), que ha sido modificado por primera vez en 20 años, a partir de ahora se considerarán patologías mentales la adicción a la comida y el acaparamiento compulsivo.
Con acaparamiento compulsivo hemos de entender “dificultad persistente
para deshacerse de pertenencias y objetos que carecen de valor.”
Los berrinches persistentes de los niños se llamará Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo (DMDD,
en sus siglas en inglés), en el que los niños “exhiben episodios
frecuentes de irritabilidad y arrebatos de conducta durante tres o más
veces a la semana durante más de un año”.
Otros cambios importantes en el DSM-5, apodado “la Biblia de la
Psiquiatría”, son la la exclusión de la lista de trastornos mentales de
la adicción a las relaciones sexuales (o trastorno hipersexual), de la adicción a jugar en Internet
y de la transexualidad (o trastorno de identidad de género). También
deja de considerarse el duelo por la muerte de un ser querido durante
menos de dos meses como trastorno depresivo.
Los términos “autismo” y “síndrome de Asperger” también desaparecen,
y son recogidos bajo un nuevo término: trastorno del espectro autista.
A pesar de estos cambios, el profesor Eduardo Grande, psiquiatra y ex presidente de la Asociación Argentina de Salud Mental reconoce:
"no tienen que aferrarse al manual, porque pueden aparecer otras sintomatologías que no se encuadren dentro de los diagnósticos que éste recoge. Es necesario que, como profesionales, cada psiquiatra sea consciente del paciente que trata y de saber si realmente se le puede encuadrar la enfermedad a ese paciente y no seguir sólo lo que dice el manual. Como lenguaje común es válido, pero creo que es una publicación mucho más útil para el profesional que comienza que para el que ya está formado".
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