Dos nuevos estudios que se publican en Science of Traslational Medicine arrojan más luz sobre por qué los niños prematuros son más propensos a desarrollar problemas cognitivos,
de aprendizaje y atención que los nacidos a término. De acuerdo con
ambas investigaciones, en teoría, podría ser posible estimular el crecimiento de un bebé
y «persuadir» a las neuronas para que se desarrollen de forma completa
para así prevenir o revertir, al menos parcialmente, las discapacidades
cognitivas y de aprendizaje experimentadas por algunos niños prematuros
durante su vida.
En el primer trabajo, el equipo de Stephen Back, de la Oregon Health & Science University en Portland (EE.UU.)
examinaron los cerebros de fetos de corderos que había sufrido isquemia
-bajo flujo sanguíneo al cerebro-. La falta de flujo sanguíneo al
cerebro conlleva una menor cantidad de oxígeno y de nutrientes al tejido
cerebral.
Se sabe que los bebés prematuros son especialmente susceptibles a la isquemia porque sus vasos sanguíneos los cerebrales en desarrollo son todavía muy inmaduros. Los investigadores utilizaron imágenes de resonancia magnética para analizar el tejido de los cerebros de los animales y así vieron que las neuronas no habían muerto, como hasta ahora se pensaba que ocurría, sino que simplemente habían fallado a la hora de madurar de la forma normal.
Estímulos
Estos
hallazgos, explica Back, desafían la noción de que una lesión cerebral
en los niños prematuros, así como sus discapacidades cognitivas y de
aprendizaje, son permanentes. Además, la publicación de sus resultados,
coinciden con los del equipo de Steven Miller, de la University of British Columbia en
Vancouver (Canadá), realizados en niños, y apoyan la idea de que las
neuronas en el cerebro humano prematuro, de algún modo, se estresan y no
se desarrollan, pero no están perdidas de forma permanente.
Miller y su equipo examinaron a 95 bebés prematuros nacidos entre la 24 y 32 semana de gestación -un embarazo a término es de 40 semanas-. Los investigadores analizaron el cerebro de los niños con imágenes de resonancia magnética; además evaluaron su peso, longitud, tamaño de su cabeza y otros factores como la presencia de infecciones o enfermedades serias. Así, descubrieron que el bienestar físico de los bebés en las unidades de cuidado intensivo neonatal afecta a la forma y a la rapidez en la que se desarrollan sus cerebros, específicamente la corteza cerebral.
Sin embargo, a pesar de que esta información sí muestra que un crecimiento pobre está ligado a una maduración neuronal y desarrollo cerebral limitados, los investigadores no han podido clarificar qué aspecto es crítico y determinante en el crecimiento: podría ser, creen, la nutrición, la ausencia de enfermedad, el peso, o una combinación de todos estos factores. Por eso, el paso siguiente es controlar a los bebés prematuros durante los próximos ocho años y continuar monitorizando su desarrollo cerebral con imágenes de resonancia magnética.
Tomado de ABC/SALUD/2013
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