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lunes, 14 de febrero de 2011

ORGANIZACIÓN DEL TIEMPO DE DESCANSO DE LOS ALUMNOS EN LA ESCUELA INFANTIL



Los alumnos del primer ciclo de infantil  se encuentran en fases muy diversas. No tiene nada que ver la fase evolutiva del patrón de sueño de un bebé de meses de la de un niño de dos años. La Escuela Infantil conoce y tiene en cuenta estos ciclos vigilia-sueño para su distribución de actividades.

La Consejería de Educación, en el Decreto 428/2008, de 29 de julio, establece la ordenación y proyecto educativo de los centros, exigiendo al profesorado y a los demás profesionales de la educación infantil adecuar su trabajo a las características evolutivas de los niños y niñas. Dejando esta decisión, como última concreción y adaptación del currículo. En su artículo 7.2  otorga la autonomía de los centros en lo relativo a los criterios para organizar y organizar el tiempo. Más adelante, en el artículo 9.2  ordena que la distribución del tiempo en la Etapa de Educación Infantil, conjugará estabilidad y flexibilidad. Destinándose unos tiempos al juego y al descanso.    

Con objeto de contrastar los conocimientos de la Neurobiología y la Psicología Evolutiva con nuestra práctica profesional, os facilitamos el cuadro de las horas de sueño según la edad de nuestros alumnos.


¿CUÁNTAS HORAS DEBE DORMIR EL NIÑO SEGÚN LA EDAD?

·          Los recién nacidos:  Suelen dormir entre 16 y 17 horas diarias.  Periodos variables: de 2 a 6 horas
                (Vigilia-sueño fraccionado). Vigilia: 8-9 h. Sueño: 16-17 h.
·          A partir del tercer mes: Empiezan a adoptar el ciclo día-noche. Durante el día deben dormir 3 o cuatro siestas y por la noche, entre 5 y 9 horas. Sueño nocturno: 8 h. y ½. Vigilia: 8 h en siestas distribuidas  a lo largo del día.         
·          A partir de los 6 meses: Duermen alrededor de 14 horas diarias en total. Las siestas se reducen y por la noche  el sueño se prolonga  hasta 10 ó 12 horas                                     
·          A partir de los 12 meses: su sueño nocturno alcanza las 13 horas y, poco después de cumplir un año, sólo harán una siesta diaria, por lo general después de comer. Sueño nocturno: 11 horas. Siestas: 2 y ½ h. Total sueño: 13 ½ horas.
·          A partir de 24 meses: progresivamente van disminuyendo el sueño nocturno y amoldándose a la actividad del adulto. Pero no ha de acortarse las 10 horas de sueño nocturno. La siesta se reduce a 1 hora y no debería suprimirse antes de los 3 años. Total en sueño: 11 ½ horas.

Por definición, el sueño es un estado fisiológico temporal de inconsciencia caracterizado por un cese de la actividad sensorial, de la movilidad y del estado de alerta. La necesidad de dormir es biológica y aparece periódicamente, en ciclos, con el fin de procurar un descanso al organismo y regenerar energías gastadas. No es una situación pasiva, sino un estado activo donde tienen lugar cambios de las funciones corporales y actividades mentales de enorme trascendencia para el equilibrio psíquico y físico de los individuos.

 

CARACTERÍSTICAS NORMALES DEL SUEÑO INFANTIL

El sueño infantil no es un proceso uniforme y depende de la adaptación al medio, de la maduración cerebral y del aprendizaje. Se distinguen diferentes patrones de sueño en relación con la edad, que a continuación describimos:
1.         El sueño fetal: no tiene relación con los ritmos circadianos de día y noche por ausencia del contacto con la luz.
2.         El sueño del recién nacido y lactante hasta los tres meses: el sueño representa el 70% del tiempo de 24 horas frente al 25% del adulto, con facilidad para el adormecimiento, siendo su mayor actividad el despertarse únicamente para realizar funciones vitales o por estímulos externos que le incomodan. El sueño dura entre 16-18 horas con un ciclo sueño vigilia de 30-40 minutos. Se observan tres fases de sueño: un sueño activo en el que se producen movimientos oculares rápidos, pérdida de tono muscular y movimientos corporales fásicos, un sueño tranquilo que se caracteriza por inmovilidad, puños cerrados y aislados sobresaltos y el sueño transicional entre las dos fases, sobre todo tras el periodo activo.
Conforme se va desarrollando la corteza cerebral del niño el periodo de vigilia aumentará su porcentaje y con ello una mayor capacidad para relacionarse con su entorno. Esta interacción será determinante para la evolución posterior, de tal manera que los recién nacidos y lactantes que mantienen una situación de sueño inalterada e indiferente con cierta independencia a su cronología puede indicar que padece una encefalopatía.
Alrededor del segundo mes el sueño tranquilo comienza a tener mayor presencia apareciendo el sueño activo hacia el último tercio de la noche.
         El sueño se va desplazando hacia la noche, por lo que en el tercer mes el sueño nocturno será de unas nueve horas y el diurno de cinco.
3.         El sueño de los tres meses al año de vida: al final del primer trimestre de vida del lactante, periodo determinante de la estructuración del sueño posterior, se ha tenido que lograr una situación en su patrón de sueño caracterizada por:
- En el sueño activo existirán variaciones en la frecuencia respiratoria, sacudidas o breves movimientos corporales, al menos un movimiento ocular que no coincide con movimiento corporal. La primera sonrisa aparece en este sueño hacia el tercer mes.
- En el sueño tranquilo no existe más de un movimiento ocular, los ojos están cerrados, se mantiene el tono muscular, sin francas variaciones de la frecuencia respiratoria.
A partir de los seis meses se empiezan a diferenciar claramente las fases de sueño lento o no REM.
4.         Evolución desde el año hasta los seis años: a diferencia del primer año de vida los cambios son más graduales, consolidándose un sueño nocturno de unas diez horas, mientras que el diurno (2-3 horas) consta de dos siestas, una a media mañana que pronto desaparece y la segunda a primera hora de la tarde que suele coincidir con la toma de alimento y que se mantendrá hasta los 5-6 años. A partir de los dos años aparecen las primeras manifestaciones de orden psíquico tales como las pesadillas y es a partir de esta época cuando comienzan los ensueños.

Trastornos característicos del sueño infantil

Los trastornos del sueño junto con los alimentarios son un problema bastante frecuente en la consulta sobre todo en niños menores de 2 años de edad. Aproximadamente un 15-25% de los niños de estas edades presentan trastornos del sueño. La situación se puede presentar incluso en los bebés de pocos meses de vida y que habitualmente son nerviosos y/o producto de familias también nerviosas que le han estimulado de forma incorrecta al niño. Se pueden presentar también en niños a quienes siempre se les ha habituado a dormir con recursos tales como cogerles de la mano, mecerles vigorosamente la cuna o estar con él en la habitación hasta que se duerman.

El sueño puede experimentar cambios de gran importancia debido a su repercusión en el niño (aumento de la irritabilidad, disminución de la atención) y en el medio ambiente del entorno familiar, como separación de la pareja adulta para dormir con el hijo, acostar el hijo en la cama de los padres, o perturbar el sueño de los padres. El niño que no duerme crea a su alrededor un estado de ansiedad que se multiplica día a día de manera que los padres temen la llegada de la noche y su propia ansiedad les hace incurrir en errores y claudicaciones; su mal humor e irritabilidad revierte en el niño, lo cual aumenta su ansiedad cerrándose así el círculo vicioso.

De todos los trastornos analizamos por su incidencia los siguientes:
  • Terrores nocturnos: también aparecen en las primeras horas de sueño al final de la fase 4 no REM. El despertar es brusco, con un grito de pánico. El niño se sienta en la cama atemorizado ansioso y con aspecto alucinado. Frecuentemente suda, está pálido, respira agitadamente y está taquicárdico. Tras unos minutos, cae abatido y se duerme tranquilamente no recordando nada al día siguiente. Es más frecuente en niños entre los 2-12 años y no se relaciona con sucesos ambientales. Se soluciona espontáneamente y no precisa tratamiento médico.
  • Pesadillas: son ensoñaciones en la fase de sueño REM y por tanto recordadas durante la vigilia. Son más frecuentes a partir de los dos años de edad. Se relacionan con situaciones amenazantes de películas, brujas, monstruos, ... Los pequeños no saben distinguir el sueño de la realidad con lo cual puede suponer un rechazo para irse a la cama.
·         Trastornos funcionales de la conducta del sueño: son trastornos de adormecimiento que acontecen en las siguientes situaciones:
- Rechazo o negativa de irse a la cama: el niño siente miedo cuando llega la hora de irse a la cama y recurre a excusas para retrasar el momento. Se presenta entre 1-6 años. Su fundamento parece estar en la "angustia de separación" de sus seres queridos o miedo a la oscuridad. En muchas ocasiones demandan que los padres les acompañen y organicen rituales manipulando así el ambiente. Una actitud de firmeza afectiva, el acortamiento de las siestas durante el día y el mantenimiento de un horario regular al acostarse son las medidas mas adecuadas para evitarlo.
- Rituales al acostarse: el niño suelo tomar algún objeto como amuleto sin el cual no puede dormir, apagar la luz, bajar las persianas, son algunas de las "manías" conocidas. Estos niños pueden llegar a ser muy tiranos con sus madres.

 

Orientaciones para las familias: Práctica de buenos hábitos para que los niños adquieran un adecuado patrón de sueño

  • Acostar al niño temprano, antes que esté demasiado agitado o cansado y levantarlo temprano; mantener horarios regulares tanto al acostarlo como al levantarlo.
  • No apresurarse a la hora de dormir y pasar junto al niño un rato tranquilo antes y después de meterlo en la cama.
  • La hora de acostarse debe convertirse en una rutina, un ritual o hábito.
  • Mantener la habitación a una temperatura agradable, alrededor de 18º C.
  • Asegurarse que el niño esté limpio, con ropa cómoda, sin hambre ni sed.
  • Puede cantarse una nana, leerle o contarle una historia, hablarle con dulzura. No importa que entienda o no el significado de las palabras.
  • Nunca ridiculizar los miedos del niño y, si los tiene, quedarse con él en la habitación un rato; puede sentirse mejor con una lamparita encendida o la puerta entornada para que pueda oír los ruidos familiares.
  • Procurar que la siesta no se prolongue en exceso.
  • Un baño antes de acostarle predispone a la relajación.
  • Si no quiere dormir o empieza a llorar, dejarle un rato, unos minutos. En caso de no cesar, nos acercaríamos con serenidad y sin tensión a atenderle.
  • No hay inconveniente en que a algunos niños nerviosos se les administre infusiones relajantes sin azúcares añadidos que se pueden encontrar en farmacias o herbolarios.
  • Si se despierta por la noche, acudiremos a su demanda sin llegar a cogerlo.

 

¿Qué no debemos hacer para evitar trastornos en el patrón de sueño?

  • Ser excesivamente rígidos con los horarios de acostarse.
  • Abrigarle en exceso.
  • Darle demasiados alimentos por la noche.
  • Perder la paciencia si no consigue dormirse enseguida.
  • Prolongar los mimos hasta el infinito.
  • Convertir la cama de los padres en consuelo o premio en caso de despertarse por la noche.

Existen una serie de normas higiénicas para mejorar el sueño. Únicamente mencionar que el tratamiento farmacológico puede ser usado en última instancia en casos rebeldes, siempre supervisado por un pediatra, y cuando se hayan agotado las medidas no farmacológicas, incluidas las técnicas de terapia conductual.

Existen en el mercado varias y buenas publicaciones que sería aconsejable que los padres leyeran en caso necesario pudiéndoles servir de gran ayuda.

Lecturas aconsejables: Dr. Eduard Estivill y Sylvia de Béjar. "Duérmete niño". Editorial Plaza-Janés.

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